LA SOLEDAD QUE LLEVO

Todo salir de adentro
es siempre un pobre intento 
de mayor o menor agonía o alivio.
Vivo naciéndome y muriéndome.
Pero cada vez es otro pobre intento.  
Una infinita tristeza se traga lo que ríe,
y lo que quiere mirar hacia afuera.
Cada latido del mundo que se apaga
enciende dentro una constelación de recuerdos

Y a veces,
solo a veces,
especialmente,
a veces,
cuando no tengo tu risa,
cuando no tengo tu abrazo,
cuando estás vos también de viaje,
capaz en guerra con el mundo,
o con algo,
o solo ensimismado,
cuando no podés con vos
ni conmigo ni con la puta realidad,
entonces todo es soledad,
todo es descansar en esas constelaciones
que son recuerdo, ausencia y pasado.

Aún así prefiero quedarme acá,
adentro,
hasta que regreses.

Entonces reboto en mi interior 
me miro y me digo -"sos triste nadia”-
y esta humanidad es una droga para eso, 
una perfecta mierda.
Sé que nadie vendrá a rescatarme del espanto. 
No lo espero.
Y al final adentro -pienso- todo es más agradable.
¿Razones par salir? Ninguna.
¿Algo sagrado? Nada.
Solo creo en inventar cosas
y con vos somos muy buenxs inventando,
o al menos de a ratos, 
o al menos de a veces,
y entonces inventamos nuestra belleza
nuestra risa, nuestra ternura,
nos inventamos a nosotrxs mismxs
mutua y recíprocamente
nos fabricamos y nos amamos. 
Inventamos todos los días el amor,
Lo hacemos.
Inventamos un plan para esta noche, 
para mañana,
para el verano,
para nosotrxs,
para el año que viene,
para Otoño,
para cuando volvamos a vernos.

Soy triste y nadie sabe mi tristeza.
Sé que la entienden de tanto en tanto
algunas melodías, algunas canciones 
alguna alborada o algún pájaro nocturno,
y entonces me quedo inerte en el silencio 
de la escucha y la contemplación.

Y ya ni cuento la tristeza.
Pero acá estoy.

Y cuando soy triste 
no quiero advertir que existo,
no quiero advertirlo para mí
ni para las hojas que se mueven 
apenas tenues en la noche,
más leves que mi respiración.
Me apaciguó copiando ese movimiento
imperceptible, 
apenas aletargado
y ese gesto es todo mi salvataje.
No quiero que mi presencia perturbe absolutamente nada,
No quiero pasar desapercibida.
Quiero ser desapercibida.
Y sentir solo colores, sonidos, olores y viento, 
solo algunos hilos de mis sentidos que me conecten 
con ‘eso’ que está afuera
y que ya no sé qué es
ni quiero saberlo 
y no saber exactamente 
dónde está el adentro 
y el afuera 
de mi piel.

Visual: "Tristeza", óleo de la artista argentina María Gabriela Cultrera.

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