POLVO DE ESTRELLAS

Estoy parada en algún punto de la Vía Láctea. El punto no es estático sino que expande. Yo me expando.

Luego de algún tiempo de formular la teoría del universo estático, Einstein reconoció que la idea de haber introducido una variable constante para sostener la estaticidad del universo fue el peor de sus errores como científico. El belga Lemaitre, quien además de ser sacerdote era astrónomo, matemático y profesor de física, sostuvo y defendió la idea de que el universo se expandía. Fue el primero en pensar las principios de la teoría del Big Bang aunque durante mucho tiempo se atribuyó dicha teoría a Hubble, probablemente porque llegó a conclusiones similares, apenas un tiempo más tarde, pero sin sotanas ni nada que ver con eso llamado dios. Durante años Einstein discutió con el sacerdote por la misma razón: probablemente en alguna conversación la haya dicho “Amigo, ciencia y religión son universos paralelos”. Porque en su universo estático ambas no podían confluir. Pero Lemaitre que estaba convencido de lo que pensaba y que quería que Einstein lo escuche, insistió e insistió. A él no le generaba contradicción. Al fin un día, luego de algunos años, Einstein, como solo los verdaderos genixs saben hacer, reconoció que se había equivocado, y dijo a la comunidad científica que Lemaitre tenía razón y que era este sacerdote quien mejor había entendido su teoría de la relatividad. Es maravilloso leer en la biografía de Lemaitre que durante sus últimos días se dedicó sobre todo al estudio de los números. Para ese entonces su querido amigo Einstein ya había fallecido hacía casi diez años, pero es posible imaginar que de haber tenido oportunidad Lemaitre le hubiera dicho algo así como “Amigo mío usted también lleva razón”.

Volviendo al punto. Hace ya un tiempo que sabemos que este punto en el que estamos parados convive con otros puntos, formando una especie de municipio galáctico llamado Grupo Local, en donde el punto más importante es la Galaxia Andrómeda. Con este barrio no está todo bien porque al parecer colisionaremos de manera frontal, aunque eso ocurrirá en aproximadamente unos 5000 millones de años, por lo que hay tiempo para pensar un Plan B. A la vez, esta especie de municipio que es el Grupo Local convive con otro montón de municipios en un mega territorio espacial que se llama Laniakea en honor a unos navegantes polinesios que se volvieron locos mirando el cielo, y que inventaron primero la astronomía y después la cartografía, como para darse mapas para entender cómo moverse en el punto que habitan y cómo mirar hacia arriba y hacia adentro. Laniakea, que significa etimológicamente “Cielo inconmensurable”, es un supercúmulo de galaxias, uno entre un montón de ellos. El supercúmulo es la unidad mínima que sostiene la teoría de que el universo tiene la estructura de una telaraña. Y, en esta telaraña cósmica cada nodo es un supercúmulo, mientras que los hilos que las unen son hebras de hidrógeno siendo el resto, es decir, todo lo circundante vacío de materia. A la vez, Laniakea se mueve hacia otro supercúmulo llamado Shapley ya que, tal como lo dijo Lemaitre con Einstein haciendo el aguante, el universo solo se expande, y nosotros con él.

Volviendo a este punto de energía, átomos y materia que somos. En los últimos días navegantes del cielo pudieron romper la barrera del Hielo de Ross. Este es el nombre que asignaron a la gran muralla de hielo que marcaba el límite a los aventuradxs navegantes terrestres que recorrían las aguas del Polo Sur a mediados de mil ochocientos en la tierra. Los navegantes del cielo acaban de descubrir, mucho más al sur que el sur, una nueva superestructura galáctica a la que acaban de bautizar Muro del Sur. La misma tiene más de 1400 millones de años luz de largo porque así se mide el tiempo-espacio en los cielos. Por ejemplo, las edades del universo se miden según el tiempo que tarda una galaxia en moverse de una parte a otra del supercúmulo y la coincidencia cósmica es el punto justo, donde se alinean un atractor y un repulsor, es decir, un punto donde confluye la gravitación positiva y negativa.

Podemos creer que todo esto existe como creyó Lemaitre con dios. Ó como la anécdota aquella que cuenta que en ocasión de un almuerzo entre Einstein y el rey de Bélgica, este le preguntó por la teoría de la expansión que estaba tan de moda y, al ver la reina que el físico se incomodaba ante la pregunta, lo invitó a tocar juntxs el violín. ¿Yo sola muero por escuchar a Einstein tocar el violín? Estoy segura que a Lemaitre también.

¿No es maravilloso como en todo lo inmenso habita lo ínfimo y viceversa y como todo está relacionado de maneras impensables? ¿No es fascinante que todo sea perpetuamente provisorio como estas enormes estructuras que solo dependen de que los navegantes del universo puedan trazar mapas a una escala aún mayor y que nosotrxs lo asumamos como cierto? Y así y todo saber que podemos siempre estar equivocados como le pasó al mismo Einstein.

Yo veo átomos y energía y líneas que conectan este punto en el que estoy sentada escribiendo con navegantes en inmensidades cósmicas, físicas y filosóficas. Y creo como dice la canción que estamos hechos de polvo de estrellas. Todo lo que somos no se mueve por la búsqueda de la verdad sino por la curiosidad y la fascinación, y también por la incertidumbre ante lo inconmensurable. Y la verdad es un problema del poder. Ya lo dijo Einstein “La imaginación es más importante que el conocimiento. El conocimiento es limitado y la imaginación circunda el mundo”.


Visual: hypescience

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